jueves, 15 de agosto de 2013

Alimentación Suficiente en los niños

Quiere decir que debe contener las cantidades de alimento que le permitan moverse, crecer, sentir, pensar, mantener energía de reserva y conservar la salud, todo esto en grado óptimo. Aun cuando el organismo cuenta con mecanismos especiales para compensar pérdidas cuando se ve sometido a privaciones, o a eliminar los excedentes cuando se le suministra en demasía, esto sólo sucede dentro de ciertos límites variables para cada individuo y, cuando una de estas posibilidades es acentuada o prolongada, es fácil llegar a la desnutrición o a la obesidad. A veces los adultos pueden olvidarse de que la capacidad del estómago y las necesidades propias de los niños son diferentes de las de ellos, lo que da por resultado que les sirvan las mismas cantidades que pondrían para si mismos. Existen épocas de crecimiento rápido, siendo una de las más ostensibles la adolescencia, en donde las necesidades de alimentarse abundantemente son muy aparentes. También los requerimientos nutritivos aumentan cuando se practican deportes que requieren un consumo importante de energía; sin embargo, es el apetito el que naturalmente marca las necesidades y cuando los padres juzgan que los hijos que realizan grandes esfuerzos necesitan mayores ingresos alimenticios, fácilmente pueden equivocarse si tratan de influir que coman más. Durante la convalescencia de algunas enfermedades y también al verse libres de la tensión nerviosa que les producen los conflictos familiares o escolares, pueden requerirse por breves periodos, cantidades anormalmente grandes de algunos alimentos y es el interesado quien debe decidir lo que quiere comer, aunque será preferible limitar los excesos de carbohidratos, ya que pueden ser necesidades mas del gusto y no precisamente demandas del organismo. Existen familias con hábitos caprichosos de alimentación, en las que cada miembro hace notorio su rechazo por los platillos que no le gustan o que cree que le hacen daño y, como los niños menores se dejan influenciar fácilmente por los mayores y por los adultos, terminan por limitar sus comidas, aceptando únicamente unos cuantos alimentos, con frecuencia mal escogidos. El niño que cae en desnutrición es pasivo, indiferente y fácilmente irritable, lo que hace que hasta sus madres sientan predilección por otros niños o no los toleren mucho. Los bebés gorditos llaman mucho la atención y antes de cumplir el primer año son motivo de admiración: ¡Qué bien está tu hijo! ¿Qué le das de comer? ¿Quién es su pediatra? Después del primer año, este tipo de comentarios va siendo cada vez más frío y menos frecuente hasta que llega el momento en que tanto la niña como el niño obesos, en lugar de admiración... causan pena ajena. El cuerpo humano no puede tolerar por largos periodos, deficiencias de algunos de los nutrientes, la menor tolerancia es para el agua, otras privaciones son toleradas por mayor tiempo como en el caso de las proteínas, en las que las manifestaciones de carencia se van presentando poco a poco hasta terminar haciendo daño, como quiera que sea, para lograr un equilibrio armónico en el crecimiento de los niños y niñas se hace indispensable que no existan carencias de ninguno de los nutrientes esenciales.

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